Por Carmelo Galindo
*Ausencia de idea y atención de la autoridad agroalimentaria nacional-
*La SADER, se escuda en Sembrando Vida, para abandonar la producción agroalimentaria nacional y permitir la importación de maíz transgénico-
En estos días, se han desatado entre los grupos ambientalistas de México, discusiones sobre la anuencia que realizó el titular, Víctor Villalobos Arámbula, de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), sobre la permisión de importar maíz amarillo transgénico.
La preocupación no es para menos, dado que la SADER, como dependencia del Poder Ejecutivo Federal, es la entidad responsable de las políticas que velan por la sustentable de la producción del sector agropecuario, así como de su integración con el resto de la economía y con las áreas que tienen como actividad resguardar el sano equilibrio del tipo de alimentos que consumen los mexicanos.
Recientemente, se conocieron cifras de importación de amarillo y blanco; de este último, nuestro país tiene capacidad sobrada para producir lo que se demanda para consumo humano; preocupantemente, las importaciones de ambos crecieron este año aproximadamente 63%; ¿Cómo se llegó a este nivel de importaciones? ¿En qué momento la autoridad agroalimentaria descuidó esta variable de seguridad nacional? ¿Cómo fue posible que la SADER no previó esta necesidad de primerísimo nivel? ¿Qué hace o en qué se ocupan los altos funcionarios de la SADER?
La Secretaría de Economía y Banco de México, informaron que en los primeros tres meses del año, México gastó unos mil 69 millones de dólares cuando en el 2020, en este mismo periodo, el gasto por mismo concepto alcanzó 653 millones de dólares; pero no se piense, que fue un aumento desproporcionado de volúmenes de grano, sino que este mayor gasto se debió a los altos precios que presenta este grano en el mercado internacional y desde luego una desatención en la producción nacional, que mostró una caída considerable.
Los precios internacionales, tomando como referencia la Bolsa de Valores de Chicago –referencia básica para México, en materia de granos-, en ese mercado los precios del maíz amarillo se tasaron por arriba de los 255 dólares la tonelada, esta escalada de precios resulta superior en unos 52 dólares frente a la mayor alza registrada que sucedió en el año de 2014; en los últimos 15 meses, el pecio del maíz creció más del 100% de lo que valía en los antes de mayo del 2020.
De qué sirve que se venda el barril de petróleo mexicano por arriba de los 70 dólares, si los excedentes se gastan en importar alimentos que México puede producir, sin mayor problema; eso se llama falta de planeación económica, los excedentes petroleros que debieran irse a inversión fija para ampliar las capacidades productivas del país, se terminan reenviando al extranjero para pagar un producto que se tienen muchas capacidades para su producción.
No se necesita ser un genio de la política, para anticipar, que un país que no es capaz de producir sus alimentos cuando tiene sobrados recursos como tierras y recursos humanos calificados para hacerlo; por el contrario, esto demuestra simplemente una gravísima falta de planeación y supervisión del sistema agro productivo de los alimentos por parte de las autoridades responsables.
No es cosa menor, pagar maíz a un precio 100% superior en menos de un año; pues, según datos oficiales, durante los primeros tres meses del 2021, las compras de maíz comparadas con el mismo periodo del año anterior del 2020, crecieron 4.2 millones de toneladas; lo que significa que fue la misma pérdida potencial de la producción nacional, porque ni modo que se diga, que se debió a un aumento de la demanda pecuaria o del consumo de más tortillas de los mexicanos.
Tratándose de un país, con una larga experiencia en producción de maíz como el nuestro, no tienen cabida estas laxas explicaciones, más bien, tiene que decirse la verdad: es un absoluto descuido y desinterés del titular de la SADER. Simplemente no puede ser, que se incentive la importación de granos cuando a nivel interno tienes la capacidad suficiente su mayor producción, pero no se incentiva. Sinaloa, año con año tiene que buscar apoyo de ASERCA para poder comercializar sus excedentes de grano, ya que por falta de centros de acopio le tiene que dar salida inmediatamente de la cosecha.
Las importaciones del grano, vienen de Brasil y de Estados Unidos; este último, sólo produce maíces transgénicos, mismos que están siendo consumidos en México vía directa e indirecta (como alimento de animales); pero las consecuencias son varias, por un lado el incremento de los precios del grano amarillo, elevan más y más los precios de la carne y huevo (proteína) a los consumidores mexicanos y luego vienen los impactos negativos en la salud humana, en la economía de las familias más pobres y también en los gastos en salud.
Esta cadena de efectos y consecuencias vienen de la pésima planeación agroalimentaria –o mejor dicho de su ausencia, pues ésta no existe-, termina por pagarla el consumidor final, los incrementos de los precios de la proteína promedian el 10%, lo cual arrastra la tasa de inflación al alza y explica en mucho, el sostenido crecimiento del índice nacional de precios al consumidor, que en estos momentos la oposición utiliza como “arma” para atacar al gobierno en turno.
Este comportamiento, termina por mandar al traste todo el beneficio que pretende lograr la política social, pues los apoyos que da el gobierno a los adultos mayores, a los pobres y familias en situación de pobreza alimentaria, terminan en manos de los vendedores de alimentos extranjeros, que venden un producto transgénico, cuyo consumo humano no está probado, que no genere consecuencias en la salud y después, se tenga que gastar y gastar más recursos para pagar los medicamentos necesarios para atenderse.
Sí México importa hasta 4 millones de toneladas trimestrales de maíz amarillo, porque no se planea esa producción a nivel nacional y por qué no se realizan convenios entre los productores pecuarios con los productores de grano de manera directa –donde el gobierno sea simple conector y garante entre ambas partes-. ¿Será que a la autoridad agroalimentaria le falta inteligencia o es parte de los arreglos internacionales para seguir sosteniendo un modelo de importaciones de granos que contrasta con la política del actual Presidente de terminar con las prácticas neoliberales del pasado? ¿A quiénes sirven las autoridades agroalimentarias por qué no se ve su mano en ningún sector agro productivo nacional ni en la pesca, ni en la ganadería, ni en la producción de granos?
El programa Sembrando Vida, en principio tiene otros fines, cumple funciones más de conservación y restauración de suelos dañados con plantaciones endémicas [frutales, maderables, medicinales, arbustivas, etc.], sin embargo, la SADER, no puede excusarse en ello para no gestionar acciones que sostengan la producción alimentaria nacional. Eso no se vale. ¿En qué utilizarán el presupuesto programado para este 2022 de 55 mil millones de pesos? ¿En qué o a quiénes distribuye los fertilizantes y demás implementos, si el sector agrícola no produce ni siquiera lo que los mexicanos consumen de productos básicos y, en dónde se tienen todas las ventajas competitivas, comparativa y climáticas para hacerlo?
La vergüenza: México siempre había sido autosuficiente en maíz blando [para consumo humano], incluso había momentos que sobrara para usarlo como alimento pecuario, sin embargo, hoy las importaciones de maíz blanco se dispararon 55% durante ese mismo periodo, lo que representa una importación de casi 280 mil toneladas por trimestre; esto sí que no se vale y de plano es una vergüenza nacional.
De otras importaciones como frijol (120%), soya (más del 63%), algodón (cerca del 50%), trigo (40%), cebada y malta (cercana al 38%) y avena (11%), mejor ni hablamos.
En conclusión, si no se corrige a tiempo esta situación, se puede venir abajo todo lo que se ha logrado en otros sectores de la economía y a mediano plazo, esta situación de falta de alimentos terminará por causar el naufragio de la política social.
Ni autorizar por vía de la escasez [provocada a propósito con el no hacer nada] la siembra de transgénicos, ni permitir las importaciones de éstos y menos por las vías de chantaje político; si llegara a pasar esto, a mediano plazo las consecuencias pueden ser desastrosas. ¡Pero, qué necesidad!
DEL SECRETARIO: es Agrónomo por Chapingo, con posgrado en Genética y Dr. en Morfogénesis Vegetal por Calgary en Alberta, Canadá; en el pasado estuvo muy involucrado en el sistema de becas latinoamericano, pero también al servicio de la OEA siendo director del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura; fue funcionario de la Sagarpa y de la FAO, pero que cree –desde 1998- trae en su entraña el servicio en pro de los organismos genéticamente modificados, que la viene de su paso por el CIBIOGEM; otra cosa sería, si todo su historial desde la SADER lo pusiera al servicio de la producción de los alimentos que demandan los 130 millones de mexicanos.
Hasta pronto.