Por Salvador González Briceño
*La primera víctima es la verdad en toda guerra, porque la versión de uno de los bandos trata de imponerse
La libertad de expresión tiene que defenderse en todo el mundo, como dicta el adagio: aquí y en China.
Y vale en y para todos los regímenes políticos, por mucha jactancia democrática que se adjudique un —cualquier— gobierno en el mundo. Ni qué negar en el caso de los países capitalistas, los más.
Al fin gobiernos autoritarios. Unos porque esconden la carroña atrás de la puerta, otros porque la meten bajo la alfombra. No pocos los que de plano son autócratas. Peor en un ambiente de guerra, donde los más enseñan el cobre o se quitan la máscara.
En el del imperialismo estadounidense, que ha degenerado en un ambiente agresivo contra el mundo —adjudicándose un poder no conferido—, emprende guerras en cualquier parte.
Pero invasiones lo califican —un Estados Unidos imperialista—, golpes de Estado lo delatan, guerras sin motivo lo denigran; y acciones en combate lo catalogan violento, asesino y criminal. Sin ser enjuiciado, impune en todos los casos.
Nada ni nadie se atreve —de los países en organismos como Naciones Unidas—, a juzgarlo, porque se impone de muchas maneras, por las buenas o a la mala con mecanismos de control económico, geopolítico, diplomático, de espionaje e invasión mediática.
Esto último como método de control ideológico, también político; finalmente de dominación. Recuérdese que los medios de comunicación occidentales, principalmente estadounidenses, además de financiados son voceros de los planes ofensivos del imperio y sus instituciones.
“Los países occidentales se apropiaron del ‘título de faro de la democracia’ y violan sus compromisos internacionales relativos a la libertad de expresión e igualdad de acceso a la información. Cuando no les gusta algo, simplemente bloquean esta información”, ha declarado un ministro de los países en guerra.
Periodistas y verdad, los afectados
Por otra parte, recordemos que en escenario de guerra —pera el imperio estadounidense es un arma de control e imposición de sus intereses, desde la caída de la URSS, pero se agravó con los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001—, quien pierde primero es la verdad.
Y si bien se cuestiona tanto la objetividad como la imparcialidad de la información —no de los medios oficiales, porque de ellos no hay duda de su parcialidad— en tiempos de guerra (igual para solo filtrar verdades a medias), los principalmente afectados o víctimas resultan ser aquellos medios profesionales particularmente independientes de ningún país en particular sino a escala global.
Con ello, desde luego, saltan a la luz que entre los “enemigos” —como se cataloga a los periodistas mismos que ejercen un periodismo independiente—, se encuentran quienes no se hincan ante la “versión oficial” de los acontecimientos.
Son quienes defienden el periodismo libre, independiente de cualquier “oficialismo” y en aras del interés general por la verdad.
Porque es claro que, en ambientes de guerra permanente como los que crea EE.UU. contra el mundo, se defienden “intereses” no “amistades”. La actual, entre Rusia y Ucrania, es una guerra “indirecta”, camuflada, porque el imperio participa activamente.
Y en este ambiente el periodismo también se polariza. Entre los que repudian la invasión y quienes la favorecen. Un ambiente de crispación que deviene violento, porque las partes no conciben la parcialidad y sí exigen sometimiento.
Más la corriente “dominante” en términos mediáticos, como resulta con la versión estadounidense que controla al mundo occidental.
Qué decir de gobiernos de países abiertamente capitalistas, aquellos que son controlados por sus expresiones políticas de derecha —no hay izquierdas con planes serios, salvo algunas excepciones—: reclaman sometimiento porque si no amenazan a los profesionales insumisos.
Claro ejemplo tenemos en España, en donde un grupo de profesionales de redes sociales, analistas y periodistas de medios tradicionales, están siendo acosados por no seguir el “discurso oficial”, local y extranacional.
El discurso unidireccional, ese paroxismo oficialista que no es más que la amenaza autoritaria la visión vertical, tan propia de los regímenes facciosos y autócratas. Los medios llamados “tradicionales” son cómplices del estatus quo que maneja y controla como brazo del poder, la información catalogada “útil” a los “fines” convenidos.
Denuncia de un experto en geopolítica
El coronel Pedro Baños, español experto en geopolítica, ha denunciado hace unos días por redes sociales la inclusión de 16 periodistas —entre ellos él—, en una lista de quienes no apoyan la versión oficial del actual conflicto.
Recordemos que, como miembro de la OTAN, España está alineado en contra del país invasor. Y no hay otra versión que esa para los gobiernos europeos agrupados en el entorno atlantista.
En ese marco se ha dado a conocer, que financistas de “golpes blandos” como la Fundación Soros están detrás de tales amenazas. Que George Soros se propuso, en esta guerra Rusia-Ucrania, “destinar cientos de miles de dólares al control de la opinión pública en Europa”.
Y por filtración de información, de jaqueo a dicha Fundación de “beneficencia”, la información incluye los nombres de los 16 profesionales señalados. La denuncia se hizo pública el pasado 7 de abril por el propio coronel Pedro Baños.
En la ilustración, junto a los 16 cuyos nombres aparecen al pie.
19 de abril 2022.
Director