Por Salvador González Briceño*
*En juego, la pugna entre dos proyectos distintos en la actual “guerra híbrida”: 1) La continuidad de la hegemonía estadounidense vía el establecimiento del NOM mediante sus guerras permanentes contra la Humanidad; 2) El rompimiento/surgimiento del Nuevo Orden Multilateral con dos protagonistas: Rusia y China, como alternativa al neoliberalismo en franco deterioro.
¿A quién importan los ucranianos? A su suerte. Son 10 meses cumplidos ya de la guerra en Ucrania que orquestó la OTAN —brazo armado de Estados Unidos— contra Rusia. Y el año que comienza apunta a la escalada; es decir, no hay visos de una pronta negociación entre las partes, porque no hay voluntad política de Occidente.
Claro que, como todas las guerras, comienzan en día y hora precisos, pero no se sabe cuándo han de terminar ni cómo. Es el caso de la presente guerra subsidiaria de Estados Unidos como principal instigador, pues abastece con dinero, armamento, capacitación, asistencia y planeación estratégica al ejército de Ucrania.
Porque Estados Unidos persigue como fin una guerra de desgaste suficientemente prolongada para derrocar a Rusia, comenzando por su balcanización, un objetivo geopolítico vigente desde la Segunda Guerra Mundial por la parte occidental del mundo, meta orquestada por Washington desde la caída de la Unión Soviética en 1991.
Pero así como erró Estados Unidos durante los últimos 20 años de invasión en Afganistán, y antes por su derrota en Vietnam, minimizó o subestimó a Rusia y su liderazgo. Porque en la práctica EE.UU. no solo está perdiendo la guerra, ¡ya la perdió!, de la mano de su propio desastre imperial.
Porque si bien la operación de manipulación mediática occidental argumenta que Estados Unidos es el ganador de este conflicto, al mismo tiempo tiene atadas las manos primero porque no da la cara directamente —lo cual ciertamente le da la ventaja de no intervenir en apariencia—, y segundo porque Washington sabe que su cruza las líneas rojas con Rusia el conflicto se desborda peligrosamente.
Y el que Rusia entre directamente en una guerra con la OTAN, eso no podrá evitar que la amenaza nuclear toque las puertas primero de la propia Unión Europa —los 28 de los 30 integrantes van primero de cara a una reacción rusa—, pero casi en simultáneo de los propios Estados Unidos.
Otros frentes de guerra
Por tanto, como este colaborador viene planteando, Estados Unidos no se atreverá a cruzar los límites del conflicto contra Rusia a nivel atómico porque, como se sabe, nadie gana. Eso no obsta para que, al mismo tiempo EE.UU., busque escalar la guerra por otras vías, como: abrir frentes de guerra más allá de Ucrania, tratando con ello de dispersar la capacidad propia del ejército ruso.
En otras palabras, Washington le apostaría a generalizar el conflicto sin llegar al extremo de apuntar con el arma atómica, porque tampoco querría perderlo todo a cambio de nada; porque nada está consiguiendo Biden. Esto es, que si EE.UU. se percata —o simplemente acepta su realidad— que la guerra está perdida, luego entonces no le queda más que atizar desde otros frentes.
Tampoco es tan sencillo. Porque, por ejemplo, una posible participación de Polonia significaría el involucramiento directo de la OTAN. Y el organismo atlántico estaría saltando la barda con Rusia. Claro que hasta ahora la OTAN se ha involucrada en todo el proceso. Ucrania es asistida en todo y con todo por la OTAN, pese a que varios de los países miembros brindan sus apoyos por separado, todos “comprometidos” con Zelenski.
La única ruta posible para Estados Unidos en cuanto a pretender la generalización del conflicto —para aplicar el principio de “divide y vencerás”—, luego entonces, es Bielorrusia. ¿Pero se atrevería la OTAN a violentar a Bielorrusia? No es claro con todo y lo intenta con misiles “perdidos”; es decir no por acción directa como por la vía indirecta.
Esto es, cabe la posibilidad que la OTAN —porque es quien organiza las incursiones y ataques contra el ejército ruso desde Ucrania, contando además con el apoyo de la CIA que también está operando soterrada pero directamente—, ataque a Bielorrusia desde Ucrania. Esa parece ser la única opción que tendría EE.UU. para tratar de generalizar la guerra en una suerte de acción distractiva.
Pero ni eso. No es tan sencillo. Con todo y parece sería la única vía posible. El fortalecimiento de la frontera entre Bielorrusia y Ucrania, a iniciativa del ejército ruso —el general Armagedón, Serguéi Surovikin, haciendo bien su trabajo como estratega— impediría los atentados a territorio bielorruso.
¿Por qué la presión (de la OTAN y Ucrania) obligó al presidente ucraniano Volodímir Zelenski a viajar hasta Estados Unidos la víspera de Navidad, ser recibido por el presidente Joe Biden y acudir al Congreso a solicitar los apoyos y el envío de los misiles Patriot? Por cierto, no porque Ucrania esté ganando, sino que es un síntoma de su fragilidad y que la batalla está perdida.
Además, que se desnudó ante el mundo la relación tan estrecha de Estados Unidos con Ucrania en el conflicto, Biden-Zelenski, la solicitud de los Patriot es porque a Ucrania se le agotan las opciones. Y con los Patriot Zelenski pretende ataques de largo alcance.
El último día del año
Rusia ha recuperado territorio en el Donbás. Y tras dejar a oscuras a las principales ciudades atacando la infraestructura energética, ahora con misiles de largo alcance el ejército de Surovikin apuesta a golpear los depósitos de armas recibidas desde Europa, las instalaciones de mercenarios allegados y los campos de entrenamiento también.
Es posible que entrando enero el presidente ruso Vladimir Putin acelere la llamada “operación militar especial”. Lo menos es una agudización de los bombardeos contra sitios estratégicos como los mencionados, pero también para doblegar a Zelenski y obligarlo a negociar atacando Kiev.
El curso de la guerra con los últimos reportes así lo indican, por ejemplo, extraemos el siguiente recuento de prensa del último día del año, el 31 de diciembre de 2022.
“Sábado 31 de diciembre, día 311 de la guerra: Ucrania vive entre bombardeos y apagones el último día del año.
“Ucrania cierra un 2022 marcado por la invasión de Rusia en medio de los bombardeos y apagones. Las sirenas antiaéreas han vuelto a sonar en las regiones ucranianas, mientras que en Kiev se han notificado varias explosiones en el centro, que han dejado al menos un muerto y varios heridos.
“La capital aún no se había recuperado de la oleada de ataques rusos del viernes que había destruido infraestructuras energéticas en varias ciudades del país y que mantiene a muchos ciudadanos sin luz. En Kiev, al menos el 40 por ciento de la población se había quedado sin electricidad, mientras que en Leópolis, al oeste del país, los bombardeos habían dejado más del 90 por ciento de la población sin luz, por lo que los operarios han acelerado las reparaciones este sábado.
“Rusia ha realizado una ola intensiva de este tipo de ataques cada siete o diez días, según ha afirmado el Ministerio de Reino Unido, sobre un ‘patrón general de conducta’ que busca ‘atosigar’ a las defensas ucranianas. ‘Sin embargo, existe una posibilidad realista de que Rusia rompa este patrón para atacar nuevamente en los próximos días en un esfuerzo por socavar la moral de la población ucraniana durante el período de vacaciones de año nuevo’, ha advertido en su parte diario sobre la guerra.
“Los combates no cesan tampoco en el Donbás. El presidente del país, Volodímir Zelenski, ha asegurado que su ejército está logrando mantener sus posiciones la región, donde continúan las batallas más encarnizadas. Bajmút o Soledar son dos de las localidades en las que, según Zelenski, las tropas ucranianas avanzan gradualmente. En un mensaje, el líder ucraniano ha añadido que el año que viene los sistemas defensivos de su país serán aún más fuertes, hasta el punto de que pueda convertirse en ‘los más poderosos de Europa’.
“En el sur, las fuerzas rusas continuaron con los ataques rutinarios de artillería y misiles al oeste de Huyaipole, en la orilla oeste del río Dnipro en las provincias de Dnipropetrovsk y Jersón, y en la provincia de Mykolaiv, según ha informado el Instituto para el Estudio de la Guerra de Washington.” (Fuente: https://acortar.link/wEqgA5).
“Guerra híbrida” y balcanización
En pocas palabras, por mucho que Estados Unidos no quiera obligar a Zelenski a entrar en la etapa de negociaciones —sigue soñando con vencer a Rusia “sobre el terreno”—, Rusia seguirá con la sartén por el mango y será quien decida cuándo y cómo.
Será Putin quien primero ponga las condiciones para buscar la paz, toda vez que Zelenski está perdido. Salvo que continúe con la idea de luchar “hasta el último ucraniano”, o no negociar hasta que el ejército ruso abandone Ucrania. Su postura extrema.
¿Qué otras opciones tiene Estados Unidos para no salir “derrotado” de su guerra subsidiaria en Ucrania? Perdido en el terreno militar lo que también ha cosechado en otras de las expresiones de la “guerra híbrida”, como la económica, la energética, la monetaria, la misilística hipersónica, entre otras, seguir generando problemas que para eso se pinta solo Washington.
Con todo y los apoyos a Taiwán para generarle el conflicto a China y de ese modo impedir o “bloquear” al gigante asiático una posible participación directa con Rusia en la guerra contra la OTAN en Ucrania —porque entonces las cosas cambiarían radicalmente—, el conflicto más cercano puede estar en los Balcanes. Revivir la confrontación entre una parte de la zona, la más factible entre Serbia y Kósovo.
No obstante, cualquier recuento de la balcanización yugoslava, de la cual el conflicto serbio-kosovar es solo una parte sustancial, le traería más problemas a la OTAN que los que podría cosechar con retrotraerlo solo para provocar a Rusia a no abandonar a Serbia, porque no lo haría, y para distraer a Putin del caso ucraniano como caso perdido.
Sin embargo, los problemas generados por Kósovo tanto con su vecino —que comenzó en la última etapa con el tema de las identificaciones— como con los serbios locales, suenan más a provocación de la OTAN o la CIA sobre todo en la presente coyuntura que a la voluntad de ambos a entrar en guerra nuevamente.
Pero Estados Unidos es el país de las guerras interminables en y contra el mundo desde que el actor de la Casa Blanca sacó de la chistera el conejo del terrorismo; porque no existe éste sin la participación del Estado.
Más ahora que está en juego la pugna entre dos proyectos distintos en la actual “guerra híbrida”: 1) La continuidad de la hegemonía estadounidense vía el establecimiento del NOM mediante sus guerras permanentes contra la Humanidad; 2) El rompimiento/surgimiento del Nuevo Orden Multilateral con dos protagonistas: Rusia y China, como alternativa al neoliberalismo en franco deterioro.
Zelenski sin calidad moral
Porque de trasfondo lo que está en disputa es la supremacía o no de Estados Unidos como imperio. Y es claro que el mundo ya no quiere capataz que le siga imponiendo condiciones.
Para eso Estados Unidos pretende derrotar al ejército de Rusia, para avanzar en la desarticulación territorial del país más grande del mundo, con los mayores recursos naturales explotables todos. Jugoso negocio con miras a la extracción y explotación de sus riquezas.
Una guerra como para perpetuar el predominio imperial estadounidense durante los siguientes 100 años por lo menos de hegemonía. Porque Estados Unidos pretende dominar el mundo del Siglo XXI. Para eso es la guerra, para desgastar todo lo que sea necesario a Rusia.
Pero, ¡oh sorpresa! Porque quien está venciendo la presunta otrora “fortaleza” tanto económica como militar no es Estados Unidos ni mucho menos su aliada en la OTAN, la Unión Europea, sino la Rusia del presidente Vladimir Putin.
Pero nada. Pues todos los que están involucrados y empeñados en destruir a Rusia, pasando por la Casa Blanca y un Congreso que sigue avalando recursos millonarios para Ucrania, se quedarán en ascuas.
Ah, pero el otro tema es que el toque final al conflicto en lo correspondiente a los apoyos para Zelenski, lo puede dar antes que el estallido de la recesión profunda que está al borde en la economía de EE.UU., la nueva Cámara de Representantes controlada ya por los Republicanos, donde ya advirtieron como candidatos que una vez en las curules lo primero que harían era cuentas claras al Pentágono, y luego ni un dólar para Zelenski.
Por eso también se apresuró el presidente ucraniano a volar cruzando Europa y luego allende el Atlántico, para asistir con Biden, su principal socio estadounidense. Porque Zelenski pretende seguir “hasta el último ucraniano”. Luego entonces, ¿a quién le importan los ucranianos no solo los militares? Al parecer, efectivamente, solo a su suerte.
Con ello, el sometimiento a Estados Unidos del presidente ucraniano le resta calidad moral para negociar. Pero la historia pondrá en su lugar a cada uno: Zelenski, Putin, Biden, Stoltenberg, Macron, etcétera. Como también a Estados Unidos, Rusia, China, etcétera. Igual que el mundo elegirá entre el NOM neoliberal y el Nuevo Orden Multilateral. La balanza al final de la guerra permitirá decir quién es quién y el lugar de cada cual. Solo que el final no parece tan cercano.
*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.
01 de enero 2023.