*Viva el Nuevo Mundo, la esperanza de muchos revolucionarios. ¡A la honrosa memoria de tantos soñadores!

Por Salvador González Briceño*

Estados Unidos, el país de las guerras y la violencia contra el mundo desde la Guerra Fría, no podría ser el garante de un “mundo libre”. Porque un mundo libre no requiere un militar en la puerta de entrada, como las 800 bases militares regadas por todos los rincones del planeta, listas para el crimen, como tampoco un general al mando con un pelele dando la cara, como han sido los expresidentes últimos de la Casa Blanca, lo menos de Ronald Reagan a la fecha (¿quiénes asesinaron a Kennedy?).

En primera, porque el escenario propicio —desde el punto de vista estadounidense— para “liderar” dicho “mundo libre”, la “globalización liberal” que impusieron los “líderes” de los países anglosajones, Estados Unidos y el Reino Unido, desde principios de los años 80 en el mundo ya no existe.

La llamada globalización solo dejó desastres al interior de los países al destruirlo todo, salvo un mercado mundial que países como China e India principalmente supieron aprovechar muy bien —esperemos que ambos para bien, y no solo para sus propios intereses (pensando hacia dónde se encamina el mundo: la construcción de alternativas diferentes, de paz y unidad mundial y no de más guerras)—, pero fragmentó sembrando divisiones tanto en los países como en el mundo.

Solo un sector se llevó las ganancias de tan viles políticas públicas aplicadas para, presuntamente, resolver los problemas de deuda de los países, aliviados solo con los préstamos de la banca mundial (BM y FMI), que profundizó los problemas no solo de endeudamiento sino de vida de los propios países “ayudados”, además, por sus “dirigentes”, caso Argentina con su derecha recalcitrante enquistada en el poder que solo entregó los bienes de capital a la banca internacional, pero igual está el resto, por ejemplo, de América Latina.

Dicho sector, el financiero, que hoy domina y lo controla todo, es quien tiene en un puño a los dirigentes de las principales potencias del mundo llamado “occidental”, quienes están precisamente para atender sus requerimientos con métodos eficientes y efectivos para ganar-ganar invadiendo países y asesinando gente, como es la acelerada industria de las mayores ganancias: la industria militar.

Se acabó. Nada de imposiciones

Entre los principales negocios del sistema financiero está la guerra, que usufructúa billones en ganancias brutas. Luego vienen los “otros negocios” que tienen poco que ver no con la creación de empleos, de industrias, de investigación para el desarrollo, sino de igual forma el crimen, como es el sembradío de armas al interior de los países (México es lamentable ejemplo, con el imperio como vecino) o la administración del negocio de las drogas, que también arrasa países en un mundo tan dividido como desestructurado solo para las millonarias ganancias.

Ese mundo, de un país en guerra permanente lo menos desde el “derrumbe” de las Torres Gemelas a la fecha —pretexto vil para continuar el reinado hegemónico estadounidense utilizando a la guerra como instrumento; además creando el terrorismo como argucia para invadir cualquier país a voluntad (mejor dicho, según intereses imperiales)—, pasando por la invasión de terceros para apoderarse de los recursos naturales (petróleo de Iraq, como posteriores sembradíos de amapola en Afganistán), que ha creado Estados Unidos como país hegemón que todavía pretende seguir —con las mismas reglas destructivas— dominando el resto del siglo XXI.

¡Pero se acabó! Nada de hegemonías al servicio de criminales de cuello blanco, como quienes están al frente del sistema financiero internacional y responsable inclusive de la propia destrucción de las economías, comenzando por la estadounidense. Que lo mismo pretende con el resto del llamado “mundo libre”.

Porque al sistema financiero no le importa más que la ganancia. Comenzando por la especulación bolsista, invirtiendo en las carteras de más elevados rendimientos, como financiar a la industria de la guerra, a esa sí.

Pero la guerra es la causante de los crímenes, de las disputas entre países, de los escenarios previamente planificados para crear posteriormente los enfrentamientos de mayor rendimiento, como ahora en Europa la desgastante guerra entre Ucrania y Rusia. Ahí hacia donde ha fluido cantidad de materiales de guerra, y se han ensayado nuevos y modernos armamentos (drones inclusive, guerra electrónica, entre otros), tan útiles para seguir desarrollando las guerras futuras (¿cuánto falta para que participen los robots con “programación propia”?).

Por cierto, nadie sabe hacia dónde ha fluido tanto armamento. Se dice que hacia Siria u otros países de la región asiática. Pero más bien están llegando a la zona de guerra, pero fluyendo hacia los mismos países de la Unión Europea y el tiempo lo dirá. Porque, renglón aparte, el mundo anglosajón quiere destruir a Europa a como dé lugar. No lo plantean abiertamente, pero hacia allá se ha encaminado la presente guerra: hacia la destrucción europea, en interés tanto de Estados Unidos como de su “gran vecino” y padre inglés.

¡Muera el mal gobierno!

El tema es que la humanidad no requiere eso. Demanda un mundo aparte, construir uno mejor. Y ese mundo, como vemos, no lo representa ya Estados Unidos con su “globalización destructiva”. Suenan huecas posturas como las del presidente de EE.UU., Joe Biden, cuando presume que “Washington liderará el «mundo libre» en este «nuevo orden mundial». (Un) «mundo libre» (que asume) se parece cada vez más a Estados Unidos, Europa y un puñado de otros aliados frente a todos los demás”. Como que los edificadores del “jardín” pretenden seguir con el mismo esquema destructor neocolonial.

Pero nada. La expansión del nuevo mundo no saldrá de las fauces del monstruo que ha destruido al mundo en las últimas décadas con sus dientes. No. Saldrá de las iniciativas del resto no “occidental” del mundo, sin exclusiones pero sí bajo nuevas directrices. Y a Rusia le está tocando enfrentar la furia del monstruo. Como le tocó parar al nazismo y dar por terminada la Segunda Guerra Mundial, ahora la historia le ha puesto en un terreno similar tras el resurgimiento nazi en Ucrania, alimentado por los mismos intereses.

Los capitales que financiaron a Hitler para sus ambiciones imperiales, ese sí, de dominio y control de Europa que incluía a Rusia —¿fue Hitler un instrumento igual de Estados Unidos y Gran Bretaña también?; buena pregunta—, son los mismos, pero ahora más poderosos porque tienen el arma de la guerra en su mano, que ahora pretenden hundir al Orden Multilateral acabando con Rusia. Y luego vendría China.

Pero nada. Estados Unidos entrará al resto del Siglo XXI con una cada vez más pequeña parte en la economía mundial. Gracias a Rusia, como también a China, ambos, baluartes de la creación de ese nuevo mundo que todos esperan. Enhorabuena por eso. “Muera el mal gobierno mundial”. Viva el Nuevo Mundo, la esperanza de muchos revolucionarios. ¡A la honrosa memoria de tantos soñadores!

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*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.

01 de marzo 2023.