Por Salvador González Briceño*
La guerra proxy de Estados Unidos contra Rusia ya cruzó el umbral del año 2022. ¿Cuánto durará? No hay respuesta. Porque ante propuestas serias como la última china de los 12 puntos, Estados Unidos alude que “no hay condiciones” para iniciar negociaciones. Y porque Zelenski no cuenta; bueno, no es quien toma las decisiones sobre parar o no.
¿“Condiciones”? Intereses, mejor dicho. Porque son “intereses” los que están en “juego” en esta guerra e impiden su término. Mejor dicho, son los fines geopolíticos que alimentan y soportan este conflicto contra Rusia —“derrotarla sobre el terreno”, en primer lugar—, los que cierran las puertas a cualquier opción de sentarse a dialogar. Los intereses de Estados Unidos, luego del resto.
Al ser un conflicto en donde el principal instigador, Estados Unidos, metió a la OTAN —organismo militar agresivo— como brazo armado del viejo continente y donde los líderes europeos —no solo los generales de los ejércitos locales— pronto hicieron suya la guerra y salieron a defender una causa que no es propia sino ajena, de Washington.
El vocerío de “todos contra Rusia” y todos “a pegarle al oso”, se hizo viral en forma de “propaganda occidental” —incluso antes de comenzar la “operación militar especial”—, con la finalidad de propinarle una merecida derrota a la Rusia de Putin presidente, ese soñador rescatista de la URSS que agredió a su vecino con la guerra para asesinar ucranianos, destrozar ciudades y poner en peligro a toda Europa. Putin, el malo de la película.
Luego entonces, al conflicto se unió como bloque el “occidente colectivo”, con Estados Unidos al frente, seguido de los países europeos y otros como Gran Bretaña, Canadá, Australia, Japón, etcétera; esa llamada por Washington “comunidad internacional” que usa como “aliados fieles” y apoyan en sus ambiciones imperiales cuando de invadir o iniciar conflictos contra terceros se trata. Fieles servidores a cuenta de su propia “seguridad” (?).
Bloque de colusiones
Porque con todo y tratarse de un conflicto de Estados Unidos, enroló a Europa y sus dirigentes se mostraron prestos a servir, primero para el descrédito del “enemigo ruso” —las campañas previas, incluida la preparación de Ucrania para el enfrentamiento (Merkel dixit)—, luego como actores de una guerra contra un país que venía actuando propositivamente para la “seguridad colectiva”. Pero nada.
¿Qué no? Rusia, con todo y beneficios económicos, habría dejado de vender petróleo, gas y carbón a sus “amigos” europeos de inmediato si su postura fuera la del rompimiento que alega Occidente. Pero no lo hizo. Por ejemplo, apenas ayer 1 de marzo, Rusia anunció los cortes de gas a Polonia, pese a las actitudes poco amigables del presidente Duda contra Putin.
Como “bloque occidental”; es decir Estados Unidos actúa en colusión con Europa contra Rusia, luego de una serie de justificaciones o falsas banderas con la finalidad de esconder, lo menos:
1.- Los intereses geopolíticos de Washington (recuérdese la balcanización de Rusia para apoderarse del Heartland de Eurasia, conforme a las tesis de Mackinder-Brzezinski) y no europeos, poque Europa pierde más de lo que gana.
2.- Con una Europa que fue envoletada a esta aventura y pese a ello, el desabasto energético de Rusia sucedió sobre a raíz de los sabotajes estadounidenses a los Nord Stream 1 y 2 en el Báltico, antes no. Lo que Estados Unidos quería y quiso, era el rompimiento de todo nexo europeo con Rusia. Y lo consiguió.
3.- De los países del conjunto, es claro que unos perderían más que otros, como Alemania y Francia; bueno, los principales, porque siendo dependientes el resto pierden todavía más; salvo los escandinavos o la propia España, países que no dependían tanto del gas ruso.
4.- Europa no sabe o supo en la que se metió, al asumir como Washington que Rusia sería derrotada en Ucrania. Pero nada que ocurrió. Y las consecuencias son más que graves.
5.- Como países del “occidente colectivo”, entonces, hoy nadie sabe ni quiere proponer negociaciones serias. De terceros, solo China, como decíamos, su propuesta de 12 puntos que pronto fue rechazada por el bloque.
Tamañas circunstancias arrojaron a China a los brazos rusos. No a la inversa, porque la voz cantante en este conflicto —de “todos contra uno”; EE.UU.-OTAN versus Rusia—, la lleva Putin, con todo y los chinos tardaron en participar y ahora confrontan a Estado Unidos en su propio terreno, el internacional.
Y Rusia como brazo armado de Eurasia, con China como el músculo económico de la región, entre ambos están fortaleciendo —también en aras del conflicto—, al grupo “opositor”, sin que ello represente una “alianza militar” como tal. Por ejemplo, la OCS es militar y no está actuando como tal, salvo que las circunstancias lo requieran.
Definida, nada moverá a China
De igual manera, la agrupación BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se está desbordando como organización internacional también a raíz del presente conflicto. Si Rusia hubiese sido aislada como pretendió EE.UU. a raíz de la “invasión” de Ucrania, entonces no tendría respuestas en sus pretensiones de negocio, inversiones, intercambio comercial y llamados a la creación/conformación/consolidación de un Nuevo Orden Mundial, pero Multilateral o multicéntrico, como lo propuso el secretario de exteriores ruso Sergei Lavrov.
Tampoco China se habría prestado abandonar su postura “cómoda” —por cierto cuasi “neutral”—, con el actual conflicto y habría accedido a Washington para sumarse a Occidente y en contra de Rusia por la guerra. Pero nada. Así como los BRICS están sumando, China está haciendo lo propio: propuestas para la paz. Que si al bloque estadounidense no le gustaron los 12 puntos chinos, porque “se inclinan en favor de Rusia”, ese es otro tema.
Como el soliloquio de Zelenski que propuso ayer también a China sumarse de su lado y no con Rusia, es un disparate. Lo menos una apostura tendenciosa. Porque, lo declaró China: como país potencia no aceptará órdenes de terceros con respecto a su relación —declarada “alianza estratégica”, mejor cierto— con Rusia.
Y menos, seguramente, sobre su participación del lado del “occidente colectivo” que no solo ya perdió las batallas sino también la guerra. Y esa es la responsabilidad de Estados Unidos, como la prolongación del conflicto y cualquiera otra circunstancia derivada de, por ejemplo, osar el cruce de líneas rojas intocables, como en la central nuclear de Zaporiyia.
Más que participar de uno u otro bando de la guerra, por cierto, los países del mundo ya están midiendo los rumbos a seguir en la redefinición en marcha. Y eso tiene que ver, entre seguir los pasos de Washington o de Moscú. Mientras el conflicto no concluya, no habrá posturas intermedias, como sucedió con China.
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*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.
02 de marzo 2023.