*Junto al “macroproceso” contra El Chapo, Estados Unidos había “planchado” los casos para acusar a México.

Por Salvador González Briceño*

Con el amañado proceso de enjuiciamiento —porque fue más político que “judicial”, porque así lo determinó Estados Unidos y por lo mismo siempre hubo la sospecha de que librara algunas de las acusaciones y el castigo no resultada tan severo— del ex policía, jefe, en calidad de Secretario y por tanto de más alto rango en materia de seguridad pública durante el sexenio del presidente Felipe Calderón, en la corte federal de Brooklyn, en Nueva York, Genaro García Luna, se pretendió JUZGAR al Estado mexicano.

Primero, porque la defensa pretendió —y se confió— que el juez a cargo del proceso, Brian Cogan, a quien le tocó también juzgar a Joaquín El Chapo Guzmán Loera, como presunto cabecilla del cártel de Sinaloa (e Ismael El Mayo Zambada García, ¿qué es de la misma organización?), tendría consideraciones como aquellas “evidencias fotográficas” de Genaro con funcionarios de la Casa Blanca, como Hillary Clinton o el ex embajador del vecino del norte en México, Anthony Wayne, que lo harían ver como un funcionario de respeto y no implicado en negocios ilícitos.

También, que el abogado defensor de García Luna, César de Castro, le apostó a que no habría tantas “pruebas fiables” y de personalidades ajenas a los implicados y detenidos también en Estados Unidos por narcotráfico, como Sergio El Grande Villarreal Barragán, Tirso El Futbolista Martínez Sánchez, Óscar El Lobo Nava Valencia, el agente de inteligencia de la DEA, Adrián Ibañez o el expolicía federal asignado al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, entre otros, y por lo mismo el jurado conformado por 12 ciudadanos no les otorgaría el crédito a sus declaraciones.

De igual manera que sus festejos espectaculares mediáticos a los operativos y detenciones de delincuentes en potencia —más armadas para las pantallas de la televisión que reales—, o el hecho de que Genaro desde la dependencia federal que encabezó le daría mucha importancia a sus “logros” para demostrar “a la sociedad a la que servía”, que la Policía Federal era tan eficiente como él en el cargo; eso de igual manera le daría o habría creado un halo de impecabilidad, incorruptibilidad y pulcritud.

Muchos involucrados, medios entre ellos

Sin dejar de lado que Genaro era el funcionario mayor, el responsable del problema de la inseguridad en México y, por tanto, merced a su eficacia y eficiencia, era el consentido del presidente Felipe Calderón y por tanto estaba bien calificado desde las altas esferas del poder en México. Nada de ser un sospechoso.

Además, durante sus comparecencias ante el poder legislativo, siendo Secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna asumía responder con precisión a cuestionamientos de los legisladores, tanto de la Comisión de Seguridad Pública como del Pleno de la Cámara de Diputados, a todas las dudas posibles de “enriquecimiento ilícito” por sus propiedades, argumentando que era un hombre trabajador, ahorrativo y pagando en abonos sus propiedades eran legales, todo ingreso declarado ante Hacienda por lo que no había sospecha tampoco de cualquier señalamiento y menos acusaciones —para él.

Qué agregar del amplio listado de chayoteros, periodistas de los grandes medios de comunicación, impresa y de televisión, un gran número de ellos al servicio o a modo de las necesidades o del posible encubrimiento del funcionario porque les llenaba las cuentas con cantidades millonarias y por lo mismo TODOS hablaban bien de Genaro, de la Secretaría y de la “seguridad pública”, porque no había nada en contra del principal operador de la “inseguridad” en México.

Y, qué va, en sentido similar, pero de todo a todo, Genaro García Luna colaboraba directamente con la Agencia para el Control de Drogas (DEA) para —presuntamente— recibir y compartir información sobre el problema del narcotráfico en el país, en relación cercana con agentes que operaron en México con toda libertad en tanto la DEA tenía puertas abiertas para gerenciar el negocio de las drogas en el país. Así como estar al tanto de la información “compartida” por México a Estados Unidos en el llamado “combate de las drogas”, en seguidilla de las propias demandas de Washington, en cuanto atender un problema “considerado” de alto impacto para ellos, como principal país consumidor de drogas.

Este punto era de lo mejor para García Luna, en el sentido que en el país gobernado por el panista Felipe Calderón se llevaba a cabo la política de “guerra contra el narcotráfico”, una “estrategia” que, se asumía como única para acabar con el problema, tanto de los cárteles de las drogas como del mismo trasiego y por tanto abastecimiento al mercado estadounidense.

Sin aclarar nunca, claro está, que dicha aceptación-adopción de la política de “guerra contra las drogas” de Estados Unidos en el sexenio de Calderón, no ha sido otra —ni más ni menos— que de puertas abiertas contra la soberanía del país, al incidir en la política de “seguridad”, lineamientos como las propias reglas, pero sobre todo envolviendo al país en una cada vez más desbordada violencia, destruyendo así el tejido social de la sociedad mexicana con elevado impacto en las familias.

Elementos para acusar a México

El país se ensangrentó de entonces. El número de cárteles aumentó en forma exponencial, y el país se llenó de células de varios de ellos regando muertos por estados y municipios completos (Guerrero, Michoacán, Veracruz, Morelos, Sinaloa, Estado de México y al final el centro del país como San Luis Potosí y Zacatecas; pero el problema alcanza a casi todo el país), en tanto las organizaciones delincuenciales o bien eran discriminadas o atacadas, principalmente cuando quedó claro que había o negociación o protección para alguna banda delictiva —luego se supo era el cártel de Sinaloa— para quien se trabajaba, entregaba información, protección o importante ayuda “combatiendo a la competencia” desde la propia Secretaría de García Luna.

Ah, pero tras su detención en Texas, en 2019, por cierto, en la “confianza” de Genaro tanto en la DEA como en Estados Unidos, le tendieron una trampa y cayó, por lo que permaneció encerrado hasta ser enjuiciado en febrero pasado. Y Felipe Calderón, así como sus principales “amigos” de sus tiempos de secretario, todos se hicieron humo. Nadie conocía a Genaro, o de lejos, de vista o nunca lo han visto. Esa fueron las reacciones tras la detención de García Luna. Y el presidente entonces, Calderón, de los “malos pasos” de su preferido no sabía nada. Pero nada de lo que hacía. Y menos que protegía al cártel de Sinaloa en un sentido de servicio amplio.

Como también negó, Felipe Calderón, estar al tanto del operativo de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés), mejor conocido como “Rápido y Furioso”, llevado a cabo entre 2009 y 2011, para ingresar ilegalmente a México más de 2,000 armas de fuego, que contaban con un chip para rastrearlas y dar seguimiento, al caer en manos de narcotraficantes y de ese modo se sabría tanto uso como destino (¿para qué?).

Con tamaño cúmulo de evidencias sobre drogas en México y sin tocar nada de Estados Unidos como le advertiría el mismo juez Cogan a García Luna —la DEA tampoco—, sumado al “macroproceso” en contra de El Chapo, Estados Unidos había planchado los casos para acusar a México —un sueño de Hillary (y otros tantos republicanos) desde que era Secretaria de Estado con Barack Obama— de “narcoestado”. Cuando el problema es suyo, de Estados Unidos, para el injerencismo en terceros países como ahora México.

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*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.

14 de marzo 2023.