*El problema es que Ucrania se desangra “hasta el último hombre”, el mantra de Zelenski, de Stoltenberg y Biden.
Por Salvador González Briceño*
El derribo del dron estadounidense en el Mar Negro hace dos días, no es una eventualidad cualquiera. Se trata del primer “altercado directo” entre artefactos militares, uno de espionaje de Estados Unidos y aviones caza rusos Sukhoi Su-27, se asume, habrían tirado dicho dron luego de sobrevolar aguas “restringidas” de Crimea.
Pronto hubo reacciones de ambos lados. Desde Estados Unidos, bajo el argumento de que el dron planeaba sobre “aguas internacionales”, y de Rusia de que se ubicó sobre la parte del Mar Negro sí, pero de Crimea. Tanto desde los mandos militares de alto rango de ambos países, como declaraciones de sendos gobiernos.
Con una salvedad: que una vez derribado el dron espía, ha sido la parte rusa quien ha respondido que buscará los restos en las aguas; a lo que Washington no ha puesto cara. Y en tal caso, de ser así, entonces Estados Unidos estará admitiendo que no sobrevoló, como dice, el dron sobre “aguas internacionales” sino en territorio ruso de Crimea y se trató de un sondeo de reconocimiento.
Luego entonces no es incidental ni casual. Mucho menos un evento pasajero entre dos países —como ocurrían con relativa frecuencia en la zona antes del conflicto—, porque se presenta o provoca precisamente en el marco de la guerra en Ucrania y, también, de una pretendida ofensiva en la zona o conducir el conflicto hacia Crimea.
Porque Washington no quita el dedo del renglón, de extender el conflicto de suelo ucraniano hacia la península en poder de Rusia, desde el referéndum del 2014, año del golpe de Estado en Kiev contra el presidente Victor Yanukovich.
Por lo mismo, más bien el vuelo del dron ha sido provocación, clara por parte del ejército, Departamento de Defensa, de tal impacto que inmediatamente los altos mandos militares de ambos países, Estados Unidos y Rusia, entraron en contacto para abordar el acontecimiento.
Bajmut, a punto de caer
El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin entró en comunicación son su homólogo el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu el miércoles pasado, lo que no ocurría desde el pasado mes de octubre. Lo mismo entre el jefe del Estado Mayor Conjunto, Mark Milley y el también jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, el general Valery Gerasimov. Ello, por el tema del dron derribado.
Y qué casualidad, que la provocación sucede en el preciso momento, estos días cuando el “derrotado o a punto de...”, el ejército ruso, tiene ya bajo control a más del 50 por ciento del suelo urbano de la ciudad de Bajmut —una pelea que lleva algunos meses, pero semanas en esta última etapa del conflicto—, y sigue avanzando de la mano del grupo Wagner, obligando al ejército ucraniano a retroceder o perder en los combates; al mismo tiempo que ambas partes reconocen que la batalla ahí es intensa y la disputa por la ciudad se da metro a metro.
Nadie descarta, desde ambos frentes, que incluso en unas dos semanas Bajmut caiga en poder del ejército ruso. Algo que representaría duro golpe para Zelenski desde el momento que Bajmut es importante para la guerra misma y: a) por su estratégica ubicación y comunicación carretera hacia el este del Donbás, para el abastecimiento del ejército ucraniano, a la vez que; b) a partir de una posible derrota por parte de Ucrania, el conflicto cambiará de rumbo como ciudad pivote de la guerra.
Esto es, las partes tendrían que cambiar estrategias, ya que si retrocede Zelenski y avanza Putin —el viceversa no se ve plausible—, luego entonces que lo sucesivo será determinante para el rumbo de la guerra, no solo en el Donbás sino del conflicto en general; la disputa que lleva a cabo como “guerra subsidiaria” Estados Unidos contra Rusia en Ucrania.
He ahí el quid de la cuestión. Dicho sea en otros términos: la pérdida de Bajmut puede motivar que el conflicto por Crimea se acelere o que la OTAN le de otro cauce al conflicto contra Rusia, lo más probable que siga siendo utilizando como hasta ahora a Ucrania con un Zelenski siempre atento a seguir las órdenes de Washington.
De perder, Zelenski pondría de cabeza a Occidente. Y Occidente —Estados Unidos, la Unión Europea y demás aliados—, no quieren perder la guerra con Rusia, y menos que Putin gane porque saben lo que pierden —apenas les calló el veinte que—: está de por medio la hegemonía de Estados Unidos no solo en Occidente sino en el mundo.
Es por ello que, como el ejército ruso avanza cada vez, Estados Unidos no para de apoyar a Ucrania contra Rusia. Como tampoco Biden encuentra la manera de presionar a Zelenski para que vaya en busca de negociaciones con Putin.
¿Sigue Crimea?
A la vez que Biden no quiere —¿podrá?— que la guerra se termine, por los intereses que están detrás del conflicto como son los fabricantes de armas y sus jugosos contratos con el Pentágono.
Es por ello que, ansioso, pero Estados Unidos no sabe cómo terminar la guerra. O no quiere y, luego entonces, es de esperar un salto de líneas rojas, con un involucramiento mayor de Occidente. Como si fuese tan sencillo retar a una, otra, potencia nuclear. Pero quizá Estados Unidos le apueste a “ganar”. Solo que una postura de ese calibre sería peor que de locos.
¿En verdad el Pentágono cree, se propondría planear una confrontación directa contra Rusia que sería entre potencias nucleares? ¿Será que perder Bajmut tendría un impacto de ese tamaño? Del impacto sí, pero de la guerra contra Rusia no.
Entre tanto el mundo pende de un hilo. En el mundo hay temores. Los medios de comunicación occidentales solo azuzan la guerra. No hay información imparcial; hay desaseo informativo para distorsionar los hechos sobre el conflicto.
Ayer, tanto Austin como Milley, en conferencia de prensa desde el Pentágono, informaron de los acontecimientos sobre el derribo del dron. Pero tampoco le apuestan a la confrontación directa como a la distención, pero no en Ucrania. Biden sigue en pie con los apoyos militares a Zelenski. El problema es que Ucrania se desangra “hasta el último hombre”, el mantra de Zelenski, de Stoltenberg y Biden.
Porque el compromiso es no dejar solo a Ucrania en este conflicto contra Rusia. Y todo con facturas cobradas en Estados Unidos. En fin, sí que ha sido una eventualidad de alto riesgo y podría quedar en eso, pero seguir apoyando a Zelenski es la idea. Salvo que, dicho sea de nuevo, solo la debacle interna, económica, obligue a Estados Unidos a parar. O que los propios ciudadanos se pronuncien contra la guerra. Como antes con Vietnam. Pero pareciera que Crimea vuelve a estar en la mira.
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*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.
16 de marzo 2023.