*El ciudadano hará su parte para contener una guerra que se creó para fustigar a Putin, sin importar las amenazas de acabar con todo.
Por Salvador González Briceño / [Tercera y última parte]
“China está dispuesta a mantenerse firmemente al lado de Rusia, en aras de un verdadero multilateralismo y de una multipolaridad en el mundo”: Xi Jinping.
Ahora sí que el rumbo geopolítico del mundo quedará determinado, más que por el equilibrio de fuerzas entre las potencias —digamos que al estilo de la Guerra Fría—, por los saldos del actual conflicto tan desigual como engañoso, porque el “occidente colectivo” asume que tiene todas las de ganar a Rusia, aún y cuando no sabe cómo.
Primero, porque pese a que contra Rusia se ha utilizado todo el peso armamentístico, económico y asesoría militar de la OTAN, Estados Unidos y Bretaña, la guerra por lo mismo no es entre los ejércitos de Ucrania y el ruso sino de Rusia contra el llamado “occidente colectivo”.
De ahí que, pese a que los fines geopolíticos solo están claros para Washington, que como imperio la intentona es acabar con Rusia, primero debilitándole y luego conseguir su balcanización para así gobernarla fácilmente en sus fragmentos, pueblos o aldeas, y también apoderarse de sus enormes riquezas naturales para perpetuar el poderío estadounidense por el Siglo XXI.
Pero nada que le resulta a Occidente con Estados Unidos a la cabeza. Claro que primero Biden ni su gobierno se atreven a encarar directamente a Rusia, por eso su guerra es subsidiaria, y el envío de todo el peso militar a pelear en Ucrania sin participación clara y directa como encubierta.
Pero terminar con Rusia les resultó peor que sencillo terminar, primero por subestimar a Putin y su gobierno, luego sin tener claro cuánto y cómo se preparó al país llegado el momento de la confrontación. Como ahora.
La lectura de los antecedentes sobre la posible confrontación de todos contra Rusia, desde la geopolítica y que fueron interpretados por sus dirigentes políticos, la inteligencia civil y militar rusas, fue tan eficiente sea por acusaciones de que Putin quiere resurgir a la URSS o que tiene aspiraciones imperiales y zaristas.
La campaña antirrusa previa
El hecho es que solo con un poderío militar eficiente listo para la confronta es que ha sido posible encarar a la potencia occidental de los tiempos de la Guerra Fría, como del periodo hegemónico desde la caída de la URSS, hasta el 24 de febrero de 2022. Solo mediante el lenguaje que entienden los imperios, el uso de la fuerza y ahora porque Rusia es potencia militar y nuclear es que Occidente teme.
Avanza y retrocede, pero Estados Unidos le mide a la ofensiva, al acoso antirruso; no se involucra directamente ni cruza las líneas rojas sin antes medir las posibles consecuencias. Sin embargo, en su angustia y que tarde se percató la inteligencia del imperio no solo que la guerra la tiene perdida —más que claro a un año de confrontación—, sino que arrastra consigo otros elementos de la derrota como la caída del dólar —el baluarte de la supremacía imperial—, el recorte de la globalización neoliberal y el derrumbe de la hegemonía mundial.
Dichas herramientas, antes tan útiles para dominar el mundo, ahora han quedado exhibidas, mutiladas o, mejor dicho, derrotadas. Es por ello que, percatándose demasiado tarde —Departamento de Estado, militares, CIA y Casa Blanca, USAID, entre tantos más—, llegó la desesperación a los “aliados occidentales”.
La campaña antirrusa, previa al estallido de la guerra al parecer tuvo su impacto y ganó aliados, al menos entre los dirigentes de la OTAN. No obstante, a estas alturas el bloque se encuentra fragmentado, porque no todos los países siguen unidos en los apoyos a Ucrania contra Rusia.
Hoy solo unos cuantos de los integrantes del organismo atlantista han permanecido activos, participan todavía en los envíos de armas y apoyos económicos a Ucrania a cuenta de una guerra que es de Washington y por lo mismo no admite entrar en negociación alguna a Zelenski ni otros actores.
Todos siguen atizando la guerra particularmente Washington. Desde la Casa Blanca no se admiten propuestas de pacificación. Por ello rechazan la alternativa china de los 12 puntos para la negociación. Biden y su gabinete se resisten a la derrota y amenazan con todo lo que tienen, o dejan la iniciativa a los “aliados”. Es el caso de Bretaña, un reino desunido que amenaza con suministrar municiones de uranio empobrecido al ejército ucraniano.
El uranio empobrecido está compuesto de desechos radioactivos, de gran peso y densidad, sobrantes de la fabricación de armamento atómico, pero de uso en protección de tanques como los Abrams, o de plano utilizados por el ejército estadounidense como en Yugoslavia o la Guerra del Golfo Pérsico. Y Putin ha declarado ya, en el marco de la reunión con Xi Jinping el líder de China, que responderá a dicha amenaza.
Alianzas estratégicas y protesta ciudadana
Por ello decíamos que el tema nuclear representa la principal amenaza para la terminación del conflicto y sobre todo el futuro del mundo porque el botón rojo acaba con todo, solo por la supervivencia y hegemonía de un imperio ya derrotado incluso por sus propias acciones militares en muchos países como ahora. Es lo que debemos denunciar.
Las alianzas estratégicas chino-rusa y otros aliados como los BRICS, son la esperanza de un mundo distinto. Y la ciudadanía de los países implicados es la que puede parar el conflicto, como le ocurrió al imperialismo en tiempos de la guerra contra Vietnam, la cual por cierto perdió. Y la perdió el ejército más poderoso del mundo desde las calles de las principales ciudades de Estados Unidos.
Así, solo la presión de los ciudadanos en las capitales europeas que protestan contra la guerra es la que puede detener una confrontación que no les sirve para nada, o empeora sus vidas porque el coste de la misma cae sobre sus espaldas. Los precios altos, inflación; la caída de las economías, cierre de empresas, falta de empleos y salarios.
Las crisis económicas son parte del esquema de la guerra para quebrantar a Europa, por parte de Estados Unidos. Con eso el imperio pretende ganar en controlar la región, pero en realidad está perdiendo aliados en cuanto la ciudadanía se manifiesta más abiertamente.
Protestas en Francia contra la política de jubilación es un ejemplo de la presión social. Así como las manifestaciones de repudio en contra de la invasión de Iraq en el vigésimo aniversario. Pero las expresiones multitudinarias están en Berlín, con participantes de varios países; también en Madrid y otras ciudades en donde se exige detener los apoyos a Ucrania y parar la guerra.
En Alemania, en el primer aniversario de la llamada “operación militar especial”, los manifestantes colocaron flores en los restos de un tanque frente a la embajada de Moscú en Berlín. Y en Estonia se guardó un minuto de silencio en la Plaza de la Libertad de Tallin, en donde Von der Leyen y Stoltenberg participaban en una ceremonia por las víctimas en Ucrania. Protestas en Trafalgar Square en Londres, entre otras ciudades.
En fin, que el ciudadano hará su parte para contener una guerra que se creó para fustigar a Putin, sin importar las amenazas de acabar con todo.
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*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.
22 de marzo 2023.