*No hay democracia suprema, cada Estado tiene sus características históricas, culturales y nacionales, y cada uno tiene el derecho a elegir su propio camino de desarrollo: luces del nuevo mundo.

Por Salvador González Briceño*

“El diablo está en los detalles”, dicta el refrán inglés. Por ello se entiende también que la verdad está en lo simple. Y así es, atendiendo igual al precepto filosófico hegeliano que la verdad es simple. La oleada reciente de estudios sobre Hegel que está buscando descubrir la esencia de su filosofía se topará con esto.

A la despedida de la cumbre entre los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China, intercambiaron las siguientes palabras: “Se avecina un cambio que no ha ocurrido en 100 años. Y estamos impulsando este cambio juntos”: Xi. “Estoy de acuerdo”: Putin. —“Por favor, cuídate querido amigo”, dijo el presidente chino. —“Que tengas un buen viaje”, le despidió Putin.

Lo cierto es que la humanidad está harta de los atropellos cometidos por el imperialismo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo cuando se decretó hegemón que sus voceros llamaron “fin de la Historia”, tras la caída de la Unión Soviética en 1991, su contraparte de la Guerra Fría.

Han sido las guerras operadas por Estados Unidos contra el mundo lo que le ha otorgado el creciente desprestigio también mundial. Baste el siguiente dato: desde su fundación en 1776 hasta 2019 ha participado en casi 400 guerras, y lanzado un total de ¡46 bombas y misiles! en promedio diario! en territorio de terceros países.

Ha sido también por una guerra, la guerra subsidiaria de Estados Unidos contra Rusia en Ucrania, que comenzó el 24 de febrero de 2022 declarada por Putin como “operación militar especial”, que sin percatarse del todo desde la planeación misma como provocación primero vía los crímenes contra la población del Donbás, comenzó también la debacle del imperio.

Y llegó el “cambio como no ha ocurrido en 100 años”. Los impulsores son Rusia y China, representados por sus presidentes, Putin y Xi. Y el mundo está “de acuerdo”. Porque los cambios en curso son de repercusión mundial —por cierto, no “global” en función de la globalización neoliberal hoy hundida—, ni local ni regional.

EE.UU. ya unió a Rusia y China, en su contra

El diario The Guardian ayer lo puso en los siguientes términos: “El periódico británico asegura que la mayoría de los países no comparten la política agresiva de Estados Unidos. El principal rival de los Estados Unidos no se llama Rusia, sino una China cada vez más segura de sí misma. Algunos expertos occidentales temen una nueva Guerra Fría, esta vez entre Occidente y China.

“Otros esperan ver un mundo multipolar en el que nadie presionará a los Estados para que elijan uno u otro lado. En cualquier caso, todos están de acuerdo en una opinión: a pesar del resurgimiento del poder de los Estados Unidos en Europa, después del conflicto en Ucrania en el resto del mundo, la era de la superioridad de los Estados Unidos terminará”.

Es decir, no hay tal polarización estilo guerra fría, porque el tema es el mundo multipolar, eso sí. Del mismo modo que la mayoría de países no comparten la “política agresiva” de Estados Unidos. A la manera que nadie presionará a Estados Unidos a elegir, de igual manera “la era de la superioridad de los Estados Unidos terminará”.

Lo que no es verdad, es que “el principal rival de Estados Unidos no sea Rusia sino China”. En todo caso los “enemigos de Estados Unidos están a la par. Rusia como el principal “enemigo” geopolítico, China como el principal rival geoeconómico. Primero porque la derrota militar se la está propinando Rusia a Estados Unidos “sobre el terreno”; en seguida, porque China le está arrebatando el mercado mundial con su poderío económico.

Y los planes de ambos “rivales”, Estados Unidos y China; mejor dicho, los proyectos de ambos están muy distantes unos de otros, si es que los del imperio estadounidense existen más allá del retorno a sus pretensiones neocoloniales. En tanto las inversiones chinas —sólo léase el plan de la nueva Ruta de la Seda— se extienden por Asia, África, los países del Oriente Medio y apuntan a hacia Europa y Latinoamérica.

Los planes de Estados Unidos para el siglo XXI, no abandonan la guerra, la imposición y la dominación y las violaciones del llamado “derecho internacional” —ese que declaran los voceros de Washington estar “basado en reglas”; las suyas, claro—, planes que no van más allá de la imposición de la Doctrina Monroe de estatus invasor y colonial.

En firme, los acuerdos alcanzados

Son los planes estilo Guerra Fría que están siendo repudiados en las otrora regiones donde reinaba la hegemonía imperial estadounidense. Además, la pretendida separación de ambas potencias —Rusia y China, una geopolítica y militar, la otra económico-militar también—, no es real o porque así conviene a EE.UU. Un tema común de la prensa de Occidente, porque Washington no quiere a los dos países como aliados. Ese es un gran peligro para el imperio. Y ayer Mike Pompeo ya lo dejó en claro, como un error estratégico de la administración Biden.

Además, así no operan los acuerdos alcanzados entre ambos países, tras la visita de Xi a Moscú por tres días para firmar acuerdos con su “amigo” Putin. El “viaje” hacia el nuevo mundo ya en construcción es compartido. ¿Qué tipo de “amigos”?

Sus relaciones no tienen el carácter de “bloque”; como tampoco “están dirigidas contra terceros países”. Ni “sujetas a influencias externas y demuestran vitalidad y energía positiva”. En ese tenor, los acuerdos alcanzados entre ambos presidentes proponen:

  • Garantizar siempre que las relaciones bilaterales vayan por buen camino.
  • Prestar un firme apoyo mutuo a los intereses fundamentales de la otra parte, especialmente la soberanía, la integridad territorial, la seguridad y el desarrollo.
  • Profundizar y ampliar continuamente la cooperación práctica en el proceso de modernización para el desarrollo y la prosperidad conjuntos.
  • Promover la comprensión mutua y el acercamiento entre los pueblos de los dos países, y fortalecer sin cesar la base social y cívica de la amistad intergeneracional.
  • Promover un orden mundial multipolar, la globalización económica y la democratización de las relaciones internacionales, además de fomentar el desarrollo de la gobernanza mundial de manera más equitativa y racional.

Además, “no hay democracia suprema”, pues cada Estado tiene sus características históricas, culturales y nacionales y cada uno “tiene el derecho a elegir su propio camino de desarrollo”, dijeron los presidentes en su declaración conjunta.

“Las partes se oponen a que un Estado —en referencia clara a las intromisiones de EE.UU.— imponga a otro sus valores, a que se tracen líneas ideológicas, a que se cree una falsa narrativa sobre la supuesta oposición entre democracias y autocracias, y a que se utilicen la democracia y la libertad como pretexto e instrumento político para ejercer presión sobre otros”.

También, que “para resolver la crisis ucraniana, es necesario respetar las preocupaciones legítimas de todos los países en el ámbito de seguridad y prevenir la formación de enfrentamiento entre bloques”, y que “no habrá vencedores en una guerra nuclear y que nunca debe desencadenarse una carrera armamentística”.

Y Xi Jinping advierte a Estados Unidos: “Rusia es el único país con el que China tiene una asociación estratégica integral para una nueva era”. Era naciente. Así de simple.

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*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.

23 de marzo 2023.