*Luego entonces, hay guerra para rato. Y si Occidente, con EE.UU. al frente no cede; Rusia tampoco. Sin olvidar que la amenaza nuclear persistirá.

Por Salvador González Briceño*

El rompimiento anunciado por el presidente Vladimir Putin con la Unión Europea es de llamar la atención, pero al mismo tiempo se tardó. No que sea tarde, pero Rusia ha sido demasiado tolerante con la parte agresiva de la OTAN y su planificada guerra desde Ucrania en su contra.

No se anunció ningún cese de relaciones pese, por ejemplo, al boicot de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que abastecía al mercado europeo vía Alemania. Olaf Scholz no dijo nada en contra del sabotaje, si no es que todo se hizo bajo su consentimiento porque el presidente estadounidense Joe Biden anunció su destrucción en conferencia de prensa estando presente Scholz.

Ni por eso Rusia dejó de cumplir sus compromisos de abastecimiento del gas al mercado europeo, si no inmediato ni de manera mediata, pese a que pronto hubo el acercamiento para compras más altas con la India como con China.

Pese tampoco a que, siguiendo las instrucciones de la Casa Blanca y el Pentágono, los países miembros de la OTAN se alinearon a las presiones de envío de armamento como a las peticiones del presidente Volodímir Zelenski de exigir más armas, municiones, asesoría y tanques y aviones caza.

Con todo y la participación de la UE se hizo más que evidente, todos en fila con las exigencias de Washington, Rusia no cortó relaciones. Pese a las primeras, y luego extensivas medidas restrictivas aplicadas como sanciones económicas contra la economía y todo lo ruso, Putin aguantó las acciones en su contra y no rompió relaciones.

Al menos mantuvo las necesarias, pero sin cortar el abastecimiento del gas —eso sí, bajo las condiciones de que pagaran en rublos—, y tratando o esperando que la situación tanto de las sanciones como la guerra misma pudiera parar y recomponer las cosas. Pero nada.

Antes bien, quedó claro que los objetivos geoestratégico y geopolítico de Occidente, con Estados Unidos, seguido de Canadá y luego la ex Gran Bretaña, también Alemania, Francia, Italia, Portugal, etcétera, era y sigue siendo el que habían planeado —sobre la mesa de la Casa Blanca; o los intereses imperiales por delante— desde el golpe de Estado en Ucrania en 2014: terminar con Rusia “sobre el terreno”, seguros como estaban con una guerra de “todos contra uno”, la inversa mosquetera.

Y a más de un año de conflicto, claramente no lo han conseguido Rusia sobre el terreno, y lo menos es que el llamado “occidente colegiado” está desesperado. Todos son todos. Desde Biden a Duda, pasando por sus organismos de “defensa”, la OTAN colegiala, hasta el sustento del Pentágono en Estados Unidos, la Secretaría de Defensa y el Estado Mayor Conjunto con Austin y Milley al frente.

De los líderes europeos, salvo el titular secretario que sueña, se alimenta, viaja y va a casa con guerra Stoltenberg, el resto de líderes europeos solo sigue señales: Von der Leyen, Borrell, el propio Scholz, por no citar a Sánchez, Meloni, Duda, etcétera.

Apunta hacia el largo plazo

Es decir, que a los estrategas del “occidente colectivo”, quienes planearon el conflicto desde 2014 lanzando a Ucrania en contra de Rusia, y desde ahí en lo sucesivo se incorporarían todos —como OTAN y anglosajones— alimentando con todas las exigencias de una guerra para conseguir luchando “hasta el último ucraniano” derrotar a Rusia.

¿Qué pasó? Primero, que militarmente Rusia es una potencia. Que Estados Unidos subestimó siempre a Putin como incapaz de enfrentarse a la OTAN y a si mismo, ni que tuviera la capacidad armamentística para resistir por largo plazo.

Por eso le han apostado, todos, a una guerra prolongada “el tiempo que sea necesario” y están dispuestos apoyando a Ucrania, porque cómo que Zelenski debe permitirse perder territorio, en el caso el Donbás bajo “consultas ilegales”, e igualmente quieren por ello alargar la guerra.

Ah, pero eso sí, olvidando que Rusia es una potencia nuclear y no un país, otro frágil como los que acostumbró Estados Unidos invadir.

Luego entonces, como no están consiguiendo derrotar a Rusia “sobre el terreno”, la apuesta es esa: prolongar el conflicto “hasta el agotamiento de la economía rusa”. ¿Será que todavía Occidente asume que puede destronar a Rusia, cuando pese a las más de 14 mil sanciones que rigen desde el 22 de febrero de 2022 a la fecha (antes de ese día había unas 2,700 vigentes), no lo ha conseguido?

Cómo si la reciente y nueva relación de Rusia con los integrantes de Eurasia, incluida China, no le haya permitido no solo salir avante así fuera vendiendo gas, sino construyendo la alternativa que está empujando al mundo a un cambio radical: romper la unipolaridad imperial estadounidense y construyendo la incluyente multipolaridad.

Es así que, apostar al desgaste de Rusia por parte de Occidente, alimentando a Zelenski cada vez más, significa que los planes de paz son impensables en estos momentos. Porque tanto la UE-OTAN, como EE.UU.-Pentágono, le seguirán apostando a prolongar la guerra, hasta el desgaste para “acabar con Rusia”, todavía “sobre el terreno”.

La guerra va para largo entonces. No nos engañemos con presuntos vientos de negociación ni de paz. La tendencia es a largo plazo, salvo que alguno de los siguientes factores incida y permita cambiar el rumbo de las cosas, como:

  • El proceso electoral en EE.UU. en donde quedará más que claro el choque entre candidatos —con mayor razón si se tratase de Biden/Trump—, por la guerra en Ucrania; la participación de Biden, el tema los laboratorios encontrados en Ucrania con participación del Jr., y lo peor: la amenaza que representa para Estados Unidos y el mundo el peligro de un desbordamiento hacia una conflagración nuclear al ser Rusia una potencia;
  • Las protestas sociales en Europa, tal que obligues a sus líderes, o bien destituyéndoles en sendos procesos electorales, o echarles en cara su sometimiento a Washington por su papel en la guerra, yendo tras consignas de Stoltenberg, como Ursula von der Leyen y Borrel, que tanto han complicado la seguridad europea como arriesgar a Europa como OTAN contra Rusia.
  • Las posibles presiones de los aliados extraeuropeos: asiáticos, africanos y latinoamericanos, del bloque Euroasiático, para poner fin al conflicto, salvo que esta variable dependerá todavía del avance de organismos como los BRICS, la Organización para la Cooperación de Shanghái, así como las inversiones chinas en estas partes del planeta.
  • Otra opción será que Occidente termine por reconocer el triunfo de Rusia, tras la derrota del ejército de Ucrania más allá del Donbás si las cosas se complican incluido Kiev.

Luego entonces, hay guerra para rato. Y si Occidente, con EE.UU. al frente no cede; Rusia tampoco. Sin olvidar que la amenaza nuclear persistirá en lo que reste del conflicto.

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*geopolítica.com, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @sal_briceo.

29 de marzo 2023.