*El peligro es obligar a México a una dinámica que no es la suya, como a Latinoamérica; pero el imperio presionará hasta el final.
Por Salvador González Briceño*
Estados Unidos pretende hacer de todo para imponer otra vez su voluntad a México. En esas estamos ahora. Pese a Biden, con todo y López Obrador que defiende la soberanía del país. Brincan las hipótesis. Pero escudriñarlo todo es el primer paso para no caer en las trampas del imperio. Y tomar las medidas pertinentes como país, como gobierno, como ciudadanos y en última instancia como región Latinoamericana.
Porque lo cierto es que a la sombra de una Doctrina Monroe corroída, pero remasterizada, el gobierno estadounidense arremete primeramente contra su vecino del sur. Con una preocupación —argumento falaz, claro— última, pero en proceso de aplicación, mal pretexto de política exterior y de “seguridad” invasiva pero efectiva —porque obtiene resultados atroces, de guerra, pero los obtiene—, con fines imperiales.
Se trata, de otra argucia de la “seguridad nacional” estadounidense supeditada a la imposición de leyes extrajudiciales internacionales, pero avaladas por el Senado sea de mayoría republicana o demócrata. Antes, no hace mucho todavía como sucedió en Oriente Medio, era por el “terrorismo” causante del derribo de las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, donde invadieron países bajo el pretexto de cazar a las organizaciones terroristas creadas por la CIA en tiempos de la invasión soviética en Afganistán, en Afganistán mismo, pero igual contra Iraq.
Pues ahora —por cierto, resulta que hasta la CIA está implicada en la preparación del atentado, lo que confirma la aplicación del calificativo “autoatentado” a lo sucedido en Manhattan aquél 11 de septiembre atroz, una muestra que a la elite que promovió ese infierno no le importa ni su gente, ¡qué va!— resulta que, tal como los autoatentados a las Torres Gemelas, el problema también creado por ellos de las drogas (primero al servicio de sus tropas, por cierto, luego para uso “público de salud”) y su pretendida política punitiva para su “control”, la llamada “guerra contra las drogas” anunciada desde Richard Nixon en 1971 y que resulta una auténtica herramienta de injerencismo en los asuntos internos de terceros países, como México y antes Colombia, es calificado como “una amenaza terrorista” porque son los senadores republicanos quienes así lo deciden como argucia de campaña.
Armas de falsa bandera contra los amigous
Luego entonces, siendo como son los Estados Unidos, invasores y atizadores de violencia en contra de sus propias y monstruosas creaciones —como lo son el “terrorismo”, el cultivo, trasiego y consumo de “drogas”, la fabricación y venta de “armas”, tres de las herramientas “útiles” tanto como pretextos para emprender guerras bajo la inventada argucia del riesgo que representan para su “seguridad nacional”, más no la de terceros—, ahora resulta que la avanzada legislativa de algunos senadores republicanos de ese país amenazan con aplicar su peligrosa tesis del “terrorismo” en contra de México.
Ni más ni menos que el “vecino” tantas veces calificado hipócritamente “amigou”, pero al que le arrebató más de la mitad del territorio, contra lo cual por cierto, hay que reclamar su “devolución” (los estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado y parte de Wyoming), o igualmente que se pague la “indemnización” billonaria correspondiente, porque pedir a los mexicanos radicados allá que no voten por los republicanos que pretenden invadir al país por culpa del fentanilo, cuando como imperio EE.UU. no asume siquiera una de sus responsabilidades en contra de las drogas, de sus propios cárteles como tampoco la producción del opioide y menos atender médicamente a sus enfermos como un tema de salud pública, pedir eso es más que moderado.
No obstante, cuando así lo solicita el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, los republicanos brincan de sus asientos propagandísticos, porque les gusta México como tema para campaña electorera rumbo al 2024. El presidente Obrador dijo en marzo que “si no cambian su actitud y piensan que pueden utilizar a México para sus propósitos propagandísticos y politiqueros, nosotros vamos a llamar a que no se vote por ese partido”.
Andrés Manuel calificó inaceptable que bajo la “extravagante” propuesta que el ejército estadounidense entre al país para atacar los laboratorios y traficantes mexicanos, bajo la premisa que dicho país puede hacer justicia por propia mano: “¿Qué se creen estos mequetrefes, intervencionistas, prepotentes? A México se le respeta”, dijo el presidente mexicano. Igualmente reviró que el país ni es colonia ni protectorado de Estados Unidos.
Tampoco la DEA se muerde la lengua cuando afirma que el fentanilo, droga usada en ese país para tratamientos del dolor y como analgésico, es “la amenaza más fuerte de una droga que ha padecido jamás nuestra nación”, cuando la DEA es responsable de su proliferación —de las drogas en general— no solo en México como en Latinoamérica y Europa, y de su trasiego y entrada a los cárteles del principal país consumidor del mundo.
La DEA denuncia a los Hells Angels, Gyosis, Paganos, MS13, Los hermanos Pistoleros Latinos, New Mexico Syndicate, Los Carnales, Latin Kings, entre otros de mayor presencia como la Mexican Mafia. Y que tampoco hace algo para contenerlos, como el FBI de mutis. De colofón, y en favor de México: el reporte del CATO institute muestra que son ciudadanos estadounidenses quienes concentran condenas por tráfico de fentanilo en un 86.3 por ciento, contra el 8.9 de migrantes indocumentados.
La financista Asociación Nacional del Rifle
Pero igual, como tema electoral que ya prendió en Estados Unidos, no son pocos los congresistas, candidatos o suspirantes que han adoptado la amenaza como opción de campaña trumpista en contra de México. Por ejemplo, el gobernador de Florida, Ron DeSantis dice: “Tenemos a gente cruzando ilegalmente de todos los países del mundo. ¿Y eso qué nos ha traído? Ahora, la principal causa de muerte entre personas de 18 a 45 años son las sobredosis de fentanilo”. O el congresista texano Dan Crenshaw: “Lo único que queremos es enfrentarnos finalmente a los poderosos grupos criminales que aterrorizan al pueblo mexicano, sobornan y amenazan a los políticos mexicanos y envenenan a los estadounidenses”.
La legisladora de Trump, Marjorie Taylor Green, congresista por Georgia y Beth Van Duyne de Texas, se han pronunciado a favor. También lo ha hecho la aspirante a la candidatura del Partido Republicano a la Casa Blanca Nikky Haley, quien pide tratar a los carteles mexicanos “como lo hicimos con ISIS”, destrucción plena del país invadido. O como lo dijo también el candidato republicano, Vivek Ramaswamy en twiter, que en tanto el presidente Biden “se sienta en la Casa blanca y sigue la crisis del fentanilo como si fuese un espectador, yo usaré al ejército para aniquilar a los carteles”.
Sin dejar de mencionar que desde “la Cámara de Representantes, los legisladores Crenshaw, de Texas, y Michael Waltz, de Florida, han presentado un proyecto de ley que autorizaría el uso de la fuerza militar en México. En el Senado, Lindsey Graham de Carolina del Sur, y John Kennedy de Luisiana, han introducido su propuesta propia para “dar autorización a las fuerzas armadas para que ataquen a esas organizaciones (los cárteles fabricantes y distribuidores de la droga) allá donde estén. William Barr, exfiscal general con Trump, también ha abanderado la propuesta en una editorial publicada en The Wall Street Journal.” (Fuente: https://acortar.link/g2TSQD).
De igual manera, Marco Rubio y Ted Cruz de Florida, que tanto se quejan de la violencia, ocultan que son financiados por la Asociación Nacional del Rifle, lobby de armas con amplias gestiones desde el Congreso. Solo entre 1989 y 2022 —con datos de Expansión—, lobistas entregaron a políticos estadounidenses y el 90 por ciento lo concentran republicanos, en defensa de la libre portación y venta de armas que tanto daña a México. Sin desdeñar en dónde se lava el dinero de las drogas, que es el mercado financiero, en donde destacan la Wachovia Corp y el Bank of America Corp. (Datos de: https://acortar.link/ghLcaD).
Por su parte, el senador “Graham (ver nota: https://acortar.link/gYCzp0) ha asumido el liderazgo de la cruzada antimexicana en las últimas semanas, al aprovechar las comparecencias en el Senado de miembros del Gabinete como Antony Blinken, el secretario de Estado, y Alejandro Mayorkas, el titular de Seguridad Nacional. 'Tenemos que quitarnos los guantes. Ellos están en guerra con nosotros, nosotros tenemos que ponernos en guerra con ellos', le decía Graham a Mayorkas la semana pasada. En un acalorado interrogatorio, Blinken aceptó que había partes de México que estaban bajo el control del narco, pero comentaba que designar a los carteles como organizaciones terroristas 'no aportaría ninguna herramienta nueva'. La Casa Blanca también se ha pronunciado en términos similares.
‘“La amenaza de los cárteles no es un problema que necesite unos pocos proyectiles guiados de alta precisión, o uno que se resuelva simplemente cambiando el nombre de su estatus legal’, dijo por su parte Kimberly Breier, del think tank CSIS y antigua alta funcionaria de la Administración de Obama. Breier agrega que, aunque las propuestas que han circulado son redituables políticamente, sobre todo a la luz de las incipientes campañas presidenciales, 'diagnostican mal la naturaleza del problema y harán poco por resolverlo’”. (https://acortar.link/ghLcaD).
En cuanto a la petición del presidente mexicano a Xi Jinping de China, para que apoye en contener el tráfico ilegal desde su país “por razones humanitarias”, el gobierno chino respondió que “Estados Unidos debe afrontar sus propios problemas” y no culpar a otros países.
Rusia y China, las verdaderas amenazas
Cierto que es un daño. Grave y lamentable. Claro que Estados Unidos no ve su propia responsabilidad, ni asume lo propio en la materia, en ninguna de las aristas que representa. Nada. Solo otros son culpables de los 100,000 muertos en su país al año por consumir fentanilo. Y solo apunta invadir para “resolver el problema”. Cuando sabemos, el mundo sabe, que ningún uso de la fuerza resuelve, como no solucionó el problema del terrorismo porque es creación propia. Pero le funcionó al clan Bush al invadir Afganistán e Iraq; hacerse de los plantíos de amapola más grandes del mundo del primero, como las reservas petroleras del segundo.
Como no le interesa a EE.UU. resolver el tema del “terrorismo internacional” —no hay terrorismo sin Estado—, tampoco le importa solucionar el tema de las drogas. ¿Le importan los ciudadanos al “Estado profundo”, la vida de las casi tres mil personas que perdieron la vida con el derrumbe de las Torres Gemelas? ¿Los crímenes en Afganistán, en Irak, Libia como antes en la ex Yugoslavia por los bombardeos de la OTAN? No.
Le importan a la elite de ese país, el gobierno y sus “instituciones”, los caídos en México, como en otros países por este y otros motivos —la “guerra contra el narcotráfico”, y antes las invasiones militares, golpes de Estado o instalación de dictaduras militares, etcétera—, claro que le interesa un comino. Solo quiere gobiernos entreguistas, como no responde a eso el actual presidente mexicano. Hay que decirlo con todas sus letras: eso no les gusta. Pero un tema es el abuso, otro distinto la defensa de la soberanía, de uno y otros.
¿Pero es solo eso? ¿A que responde tanta amenaza republicana? ¿A perpetrar realmente una invasión militar a territorio mexicano? ¿Será que es real la preocupación, ocupación ahora por resolver el problema del fentanilo —que debería ser de las drogas en general y no mero pretexto—?, o hay gato encerrado.
Primero los hechos. Lo que ha registrado la historia. Luego un acercamiento, con una hipótesis con una justificación de corte geopolítico. A ver. Respondiendo a una cuestión simple y llana: ¿Es Estados Unidos capaz de invadir a un país, así sea su vecino en el sur y bajo una argucia que claramente le rebota en la cara cuando se asoma al espejo porque como potencia incumple todos los requerimientos previos a una ocupación militar? Sí que lo es.
Se pone con los países militarmente frágiles o débiles. No con potencias como Rusia y China, cara a cara; porque con ellos lo hace a través de terceros países —Europa, ¡pobres líderes europeos tan serviles!—, teme la furia del oso como el fuego del dragón. No hay otra explicación que su cobardía, mequetrefes que no tienen más que miedo y no encaran los problemas, los creados por ellos mismos, adentro ni afuera. Porque ni son democracia, ni les importa el destino de los demás salvo el propio. Así sea con la guerra que se volvió corriente a raíz precisamente del 11 de septiembre de 2001.
Estados Unidos se lanzó contra el mundo, “conmigo o contra mí”, precepto halcón imperial, cruento, como los miles que asesinó en Iraq y en Afganistán. Ese es el primer peligro. Otro es que, justo por el remolino geopolítico que se generó a raíz de la guerra subsidiaria estadounidense contra Rusia en Ucrania, “el mundo cambió de entonces” (Ver nota del autor en: https://acortar.link/oCa0bB). Y Estados Unidos tiene nuevos problemas desde que está perdiendo la guerra con Rusia, usando “hasta el último ucraniano” como sostiene el gobierno nazifascista de Zelenski, presidente ucraniano al servicio de la OTAN.
Para Richardson hay amenazas a la democracia
En su haber, Estados Unidos tiene ante sí, aparte de Rusia que le está comiendo el mandado desde la óptica geopolítica en el mundo —a raíz de esta guerra el orden mundial de la Guerra Fría, hegemónico y proestadounidense está feneciendo—, a una China que le está ganando terreno no solo en la supremacía económica mundial sino en su otrora —porque ya no lo es, y todos Latinoamericanos debemos tomar claridad de ello— considerado “patio trasero”, por muchas vías.
Además de Brasil, Argentina se está incorporando a los BRICS. China posee grandes aliados, por su incidencia en materia de inversiones como por acercamiento con gobiernos en grandes proyectos. Con su plan geopolítico mundial “Iniciativa del Cinturón y la Ruta”, está creando influencia en la región. Igual que Rusia posee grandes aliados.
Recordemos tan solo las alianzas chinas con Bolivia por el Litio. De ahí las reacciones del Comando Sur, cuando la titular Laura J. Richardson alega que la región es rica en “minerales raros y litio”. Como si con ello, entonces Estados Unidos tenga la argucia para invadir. Pero justo de ello ha advertido el expresidente Evo Morales en su país. Recordemos que Bolivia, junto con Chile y Argentina comparten las mayores riquezas del mundo y forman el “triángulo del litio”.
Y Richardson, amenazante, declara que por la presencia de Rusia y de China se “socava a Estados Unidos y las democracias”. Olvida que Latinoamérica no es propiedad imperial, y ¿cuáles “democracias”? Siquiera la propia, que no es tal desde que su propio Estado está bajo control de “intereses oscuros”, primero asesinando presidentes como a John F. Kennedy, luego persiguiéndolos como al mismo Donald Trump. Vamos, desde que los intereses de la guerra se imponen por encima de todo lo demás, no solo su democracia sino la supremacía global. Por eso está perdiendo terreno a escala mundial.
Pero por eso también reacciona como fiera herida. ¿México está en esa posibilidad? Pues el peligro y la amenaza están a la orden del día. Con todo y la administración Biden dice que no, que hay compromisos de ambas partes para atender el problema de las drogas.
En el fondo todos reconocen, republicanos y demócratas, que no hay motivo para una incursión militar. Pero no reculan. Al parecer quieren llegar al tope de la situación; es decir, apuntar más allá de un asunto electoral. Como prueba, el gobierno ha anunciado una “nueva estrategia” contra la droga en cuestión, declarando “emergencia emergente” al fentanilo adulterado con xilacina, en una nueva crisis de opioides.
No obstante, cabe: ¿Son confiables Biden o Estados Unidos? ¿Será únicamente un tema electorero, como apunta el presidente mexicano ante las amenazas republicanas? O va más lejos el tema de la mano de la “seguridad nacional” estadounidense y la nueva coyuntura geopolítica.
Nueva estrategia para la seguridad de AL
¿Es para obligar a México a formar parte de la “nueva estrategia”, anunciada el 11 de abril por “la administración Biden-Harris”? So pretexto de acabar con las cadenas de suministro ilegal del fentanilo, vía la “cooperación internacional” escalando la severidad de las sanciones a traficantes y fabricantes de fentanilo, entre otras acciones que son parte de la Estrategia Nacional de Control de Drogas. Pero de alcance continental.
Para la “seguridad” de Estados Unidos, armar dicha “estrategia”, se propone: 1) liderar un esfuerzo global coordinado con socios internacionales para interrumpir el comercio ilícito de drogas sintéticas; 2) fortalecer la coordinación y el intercambio de información entre la inteligencia de EE.UU. y las agencias policiales nacionales; 3) acelerar el trabajo con el sector privado a nivel mundial; 4) proteger aún más al sistema financiero estadounidense del uso y abuso por parte de los traficantes de drogas; 5) continuar pidiendo al Congreso que cierre las lagunas legales para las drogas sintéticas ilícitas. (Fuente: Casa Blanca, https://acortar.link/brkiin).
Es decir, se trata de la “nueva” cooperación, alianza internacional que Estados Unidos impulsará a través de la ONU, para la seguridad en donde se presume incluir a México, Colombia, Brasil y Canadá dada la “emergencia emergente” del fentanilo-xilacina. Sin olvidar a China “como parte de la solución”. ¿Y las fuerzas armadas? Porque el enfoque no cambia, sigue siendo punitivo.
Un plan más allá del ASPAN para la seguridad de América del Norte, con Canadá y México; ahora un ASPAN para América Latina. En otros tiempos geopolíticos, pero con estrategias del pasado, del Siglo XX, no del XXI.
Por tanto, visto desde la NeoGeopolítica, es claro que, para Estados Unidos, México se ha convertido en un “dilema” con el presidente Obrador. Pero o se ajusta a las nuevas exigencias de seguridad o se ajusta. Ese es el peligro: obligar a México a una dinámica que no es la suya, como a Latinoamérica también. Pero el imperio presionará hasta el final. Luego entonces, si la perorata republicana no termina, México tiene que ponerse las pilas para jugar mejor en el escenario internacional, donde el orden multilateral hoy se disputa y está en plena construcción. Lo contrario será dormirse con el enemigo.
*Director del CENTRO DE GEOPOLÍTICA EN MÉXICO: geopolítica.com
15 de abril 2023.